Cualquiera que sea la disciplina artística, el proceso creativo implica una dinámica relacionada con el contexto social del creador de la obra.
El proceso creativo es el acto más importante de la obra. Implica una carga emocional impresionante, en la que el artista relaciona los lugares que conoce, amigos, novias, recuerdos familiares, música, e incluso olores, todo lo que su mente va acumulando de sus experiencias para dar vida a sus emociones y transmitir aquello que le interesa comunicar.
Estas etapas constan de las relaciones con sus emociones, precisa la idea, elabora bocetos, tiene el producto final y por último la presentación.
El proceso creativo no dura un día o una semana; se han dado casos en que un artista tarda años en terminar una pieza. Da fin cuando queda totalmente satisfecho de su trabajo. Y es hasta entonces que inicia con una nueva obra.
Los artistas de todos los tiempos han lidiado con el problema de crear una obra de buen gusto y que sea aceptada por la crítica.
En el siglo XX se comenzó a cuestionar sobre las representaciones históricas referentes a lo bello, intentando mostrar nuevas alternativas artísticas.
Tal fue el caso del gran escultor francés Auguste Rodin (1840-1917). Sus obras fueron objeto de muchas discusiones entre los críticos, ya que en algunas ocasiones dejaba parte de la piedra sin esculpir, dando la apariencia de que aún no estaba terminada la pieza; Rodin dejaba así sus obras argumentando que quería dar la impresión de que su figura estaba surgiendo del caos y tomando forma.
Ante estas argumentaciones sus críticos hacían cada vez más observaciones a sus trabajos, para ellos la perfección artística seguía consistiendo en que todo debía quedar bien terminado y pulido.
A pesar de la crítica, Rodin afirmaba que tenía el derecho de terminar su trabajo cuando él creía haber logrado sus objetivos artísticos.
Facebook: Ada Lorena Periodista en Arte y Cultura
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