Los murales del Palacio de las Vacas

Foto: Ada Lorena 
La historia dice que la casa fue terminada en 1910, en pleno estallido de la Revolución Mexicana, 60 años después de que iniciara su construcción. Aunque no hay registros oficiales que lo avalen la casa fue construida por Segundo Díaz, primo de Porfirio Díaz. La época influyó en su decoración con suaves tonalidades azul, lila y rosa en las paredes, que reflejan un estilo porfiriano, con elegancia victoriana y toques afrancesados combinados con art noveau.
Su actual inquilino, es John A. Davis. No es un príncipe ni un sultán. Tampoco es lechero, pero tiene una relación cercana con las vacas. Al menos por el nombre de su casa, que hace mucho tiempo tuvo un dueño que vendía leche. A pesar de que se encontraba en ruinas, decidió adquirir la finca. Se sintió atraído por la idea de vivir entre las ninfas, los ángeles y los paisajes fantásticos que están atrapados entre los casi 28 murales que pintó Xavier Guerrero. La mayoría de las obras están severamente dañadas por la humedad y el irremediable paso del tiempo.

                                                                             Foto: Ada Lorena

En la época en la que se construyó el palacio el muralismo doméstico era una tradición en la ciudad, se decoraban comedores y casas. Algunos de los murales provienen de ilustraciones francesas que reflejan una atrevida sensualidad, como el mural del beso, que presenta a una amorosa pareja griega. También se aprecian escenas mitológicas, como la tormenta que representa el rapto de una doncella o la imagen de una sirena que, con el cuerpo intacto al deterioro, tiene una fuerte carga sexual.

                                                                        Foto: Ada Lorena

También hay murales que representan escenas religiosas: el niño rezando el Padre Nuestro o la escena bíblica de Jesús en la barca. También están los temas sociales, como el de las lavanderas, es un mural que esta ubicado en el patio principal, que refleja la real vida cotidiana, en contraste con las demás imágenes de la casa, que apuntan a la burguesía.
Los murales de este palacio representan un estilo neoclásico, con antecedentes del estilo rococó que tuvo sus comienzos en 1753, considerado en la época como un arte inminente aristocrático, las obras muestran un ambiente refinado, femenino, poses, el color en tonos pasteles impera sobre el dibujo.
La Pintura fue parte de la decoración de paredes y techos mediante grandes frescos, que decoraban las casas de la nobleza, a demás de caballetes. El fresco quizás autoría de Xavier Guerrero, al que llamare “La ninfa en el agua”, la mujer se convierte en la inspiración central derrochando belleza en el campo, las dos mujeres salen a pasear, una con una red y la otra con una flor en la mano, sus rostros no muestran asombro al ver a la ninfa posada sobre los nenúfares, sino distinción, elegancia y la ninfa sensualidad a la vez que mira a los peces saltar. La aventura y la elegancia predomina en este fresco.

                                                                         Foto: Ada Lorena 

Hasta el momento John, ha sido el único que se ha dedicado a conservar la finca, la salvó de que su anterior dueña la convirtiera en un estacionamiento. Este palacio tapatío, podría ser una galería de arte o un museo, nos refiere a una época histórica de nuestra ciudad. Cada día desaparecen las casas del centro histórico, dejándonos sin identidad cultural.


Xavier Guerrero

No fue un pintor de brocha gorda ni un pintor de pulquería, como solía llamárseles a los muralistas entre 1920 y 1970 por los burgueses de antaño, quienes exclamaron que los murales no eran arte. Entre sus obras destacadas se encuentra “Niño famélico” (1915) colección del Museo Regional de Guadalajara y un mural portátil en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Nació en Coahuila, en 1896.  Fue discípulo de los grandes maestros: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros. El escritor francés Jean Charlot, escribió: “Al orador lo aprueba uno con aplausos. Homenaje más hondo se debe al arte de Xavier Guerrero: el del silencio”.

Claves:

-El palacio está ubicado en la calle San Felipe 630.

-El arquitecto del palacio, hasta ahora es anónimo.

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